¡Una ración de trabajo, coche, PP y postre especial!
Estoy agotada. He tenido un día completito y encima tengo el hombro izquierdo y la nuca totalmente agarrotados; parecen una piedra compacta. Y sólo es miércoles por la mañana. Y todo se debe al trabajo, siempre se deben todos los males al trabajo.
El gerente, mi jefe y el ingeniero se han ido de viaje y nos han dejado el cotarro a las mujeres; lo que podrían haber sido unas jornadas tranquilas se han convertido en un estado continuo de estrés. No paran de llamar clientes con problemas, o posibles nuevos clientes que quieren respuestas inmediatas. Y encima tenemos chica nueva en la oficina, chica a la que hay que enseñar y a la que hay que permitir que se equivoque y que no nos venga enseñada, por mucho que me desespere y que agobie a mi otra compañera de departamento. Vamos, que las ocho-nueve horas laborables se pasan demasiado rápido, y con los nervios a flor de piel. Y los jefes de excursión... si por lo menos nos tocara el sorteo extraordinario de la Once...
Mi yo-responsable se ha despertado y he hecho una hora más al mediodía. He ido a comer al Pans, pero antes he tomado una de esas decisiones repentinas que suelen ser acertadas: ahora tengo un radio-cd-mp3 en mi arosilla. ¡Ya puedo escuchar música decentemente al volante! Evidentemente he ido al grano cuando me han atendido: he visto que el más barato era un JVC y todo se ha decidido con rapidez. Al acabar mi bocata y mi ensalada ya tenía el coche a punto. No ha sido nada caro, pero hay que reconocer que mi economía no es NADA boyante, y que en menos de 12 horas paso revisión al susodicho arosilla, así que tal vez mañana se una el remordimiento al estrés.
Y como colofón, ahí tenemos al Sr. Zaplana metiendo la gamba y haciéndose realmente insoportable. Ahí lo tenemos, embutido en ese moreno de bote tan artificial como desagradable y esa cara de estreñimiento continuo, menospreciando a la vicepresidenta en el Congreso de las Diputados por ponerse ropa típica y un pañuelo en la cabeza en una celebración que hicieron en África un grupo de mujeres, no olvidemos que en honor a España. Insultándola por seguir ese dicho tan diplómatico que reza: allá donde fueres, haz lo que vieres. Pero, por favor, ¿cómo pueden mirarlo a la cara el resto de diputadas/os del Pp sin sentir vergüenza ajena (o propia)? Pero, ¿qué quiere conseguir ese patético personaje? ¿A qué aspira realmente? ¿Se ha limitado a ser, sencillamente, un malvado envenenador de masas?
Parece que el Sr. Rajoy-no-puedorl! y el Sr.Zaplana-necesito-supositorio-de-glicerina han hecho una copia barata de la imagen "Poli bueno, poli malo", convirtiéndose en "Político malo, político peor". Sigan así, señores, sigan dando palos de ciego: espero que con su nueva estrategia acaben de alisar el camino del Sr.Zapatitos. Sinceramente, prefiero el mal menor.
Y, como contrapeso a estas malas vibraciones, ahí va un extracto de un libro que tengo muy abandonado:
-Y yo diría que hay elfos y elfos -dijo Sam-. Todos son bastante élficos, pero no iguales. Estos de aquí por ejemplo no son gente errante y sin hogar y se parecen más a nosotros; parecen pertenecer a este sitio, más aún que los hobbits a la Comarca. No sé si hicieron el país o si el país los hizo a ellos, es difícil decirlo, si usted me entiende. Se diría que aquí no pasa nada y que nadie quiere que pase. Si se trata de alguna magia está muy escondida, en algun sitio que no puedo tocar con las manos, por así decir.
-Puedes sentirla y verla por todas partes -dijo Frodo.
-Bueno -dijo Sam-, no se ve a nadie trabajando en eso. Ningún fuego de artificio, como el pobre viejo Gandalf acostumbraba mostrar. Me pregunto por qué no hemos vuelto a ver al Señor y a la Dama en todos estos días. Se me ocurre que ella podría hacer algunas cosas maravillosas, si quisiera. ¡Me gustaría tanto ver alguna magia élfica, señor Frodo!
-A mí no -dijo Frodo-. Estoy satisfecho. Y no hecho de menos los fuegos artificiales de Gandalf, pero sí sus cejas espesas y su cólera y su voz.
¡Ah, Lothlórien! ¿dónde están tus flores, tus mallorn de oro y plata y la canción eterna de tus arroyos?