25.6.08

Odio a las moscas zumbonas que, sencillamente, pasan por delante tuya sin parar y no-se-mueren por castigo divino o algo así. ¿Ahora que tengo que hacer, eh? ¿Ser buena samaritana, subir la persiana y seguirla con un trapo hasta que salga? ¿Pasar de hacer el tonto ante los vecinos de enfrente y estamparla contra el trapo? (tengo mis principios, me resisto a estamparla contra cualquier superficie de mi casa) ¿O tengo que infestar mi piso con matamoscas para acabar con su miserable vida? Quién lo diría, pero estos 52 metros cuadrados no son lo suficientemente grandes para las dos, guapa...
Dicho esto, ya estoy más satisfecha.
¡Qué calor, por favor! Todo mi ser está siendo martirizado por la llegada del verano. Y pensar que el mes pasado nos salía la lluvia hasta por las orejas... Cada mañana sigo viendo la corriente del Llobregat que empuja el agua río abajo (cosa que en abril era impensable), pero es inhumano llegar a las 8 al trabajo, abrir las ventanas y que ni una mísera brisa de aire fresco ventile los despachos. Quién diría que la pesadez de las piernas sería el principal signo de mi paso por los 30... (optimista que es una)
Pero ayer fui a la playa. Ni pereza, ni aversión por el sol ni por la asssquerosa arena me privaron de levantarme de buen humor (pues sí que llevo días levantándome espesa y gris, demasiados), coger mi toalla amarilla, mi biquini violeta pasado de moda y mi botellita de agua, coger al vuelo a Martulain de casa de sus papis y lanzarnos a la aventura por las carreteras de la Catalunya profunda hasta llegar a Sitges. A decir verdad, no nos perdimos (aquí llega la chulería... jeje...); tan sólo me cercioré de tomar el camino correcto en dos glorietas dando la vuelta al ruedo, mas nos instalamos sanas, salvas y acaloradas al pie del mar a las 12 de la mañana. Y qué coincidencia: a las 12,30 quiso empezar a llover. Nos lo tomamos un poco a risa, pero seguimos allí, observando a los surferos en sus planchas esperando a la Gran Ola y la lluvia vino y se fue. El vientecito y las nubes se quedaron (cosa que agradezco en el alma), por lo que nos dimos el chapuzón de rigor (de cintura para abajo, eso sí) y nos fuimos en busca de comida...
El colofón genial para el puente de San Juan, excepto por la ligera desorientación que sufrí de vuelta en Igualada, que me hizo dar un par de vueltas entre naves industriales solitarias hasta tragarme el orgullo y llamar a mi hermanito para que me diera pistas de cómo coger la carretera adecuada. Gracias a eso he descubierto un pequeño atajo que pondré a prueba el 14 de agosto de camino a Pontons... ¡que ya llega la mereth!
Sé que queda un poco patético escribir de una mosca y de un viaje a la playa, pero es que no sé si nombrar a Coldplay. O sea, mi gafe de la temporada. O sea, del cuarteto que me enganchó allá por el 2002 o 2003 con cosas como ésta: http://www.youtube.com/watch?v=GBqRj8LwwEA (¡qué tiernos! ¡qué gozada de canción!) y me mantuvo en vilo hasta desquitarme con la noticia de su nuevo álbum. Buenas vibraciones hasta saber que, por ahora, no los veré en ninguno de los dos conciertos a celebrar en Barcelona este año. Bueno, uno lo celebraron ya en exclusiva para mil y algo personas la semana pasada mientras yo escuchaba Viva la Vida en mi camita, snif... Y que conste que me alegro de haberle insistido a mi compañera de trabajo que participara en el sorteo de entradas y de que le tocaran, EN SERIO, pero una también tiene derecho a ponerse verde de envidia si al final le toca quedarse en casa, ¿no?
A saber: aún tengo esperanzas de verlos en septiembre por un precio razonable; o sino me quedaré con el recuerdo del concierto de 2005, que tuvo su gracia. Sobretodo, hay que captar las indirectas de la diosa fortuna: nada de chulear de algo si aún no tienes la certeza de que lo conseguirás (o como dice un proverbio catalán: no diguis blat fins que sigui al sac i ben lligat). Y ya está. Snif, snif.
Al menos siempre me quedará Love of Lesbian. Sí, sí, lo sé, a primera vista es como hablar de cisnes y patos, pero no: letras alucinantes, música de primera, desparpajo por doquier y buen rollo en general. Como prueba, ahí va eso: un vídeo cutre-oficial-genial de "me amo", esa oda a la subida de moral y al amor propio. Lástima de la pobre calidad de la grabación, pero cabe destacar la letra, los disfraces, el loco y... el gato, cómo no.
En plan ya serio se recomienda ver-escuchar "universos infinitos", es otra cosa...