2.2.07

Cosas de la luna llena

A mí que no me digan, pero la luna llena nos afecta.
Es el astro que rige Cancer, el horóscopo lunático de toda la vida (no lo digo yo, lo dice la astrología, ¿eh?). La luna dirige las mareas. Está profundamente asociada a las leyendas del hombre lobo. ¿Quién no se ha parado, ni que fuera un instante, a admirar la sencilla belleza de la luna llena en la oscura noche? Ya sea en un cielo raso o rasgada por oscuros nubarrones, o proyectando su halo tras la neblina, ese astro no deja indiferente a casi nadie.
Llevo una semana de perros. Duermo profundamente pero me sabe a poco. Me ha vuelto el moqueo (¡mardito!). El tiempo libre lo agoto en el sofá, a medio dormir, cansada y sin ánimo. He pasado estos últimos días pasando de un estado alegre y optimista (en plan: ¡hoy puede ser un gran día, duro con él!), a otro en que el desánimo me vence sin oponerle casi resistencia (o sea, algo así: no sé que pasa que lo veo todo en negro...), o lo más preocupante: a la mínima aparece la ira, el malhumor, las respuestas cortantes, el mal rollo en general, los malentendidos... Vaya semanita, en serio.
Y después de salir del trabajo casi una hora más tarde, ya con radio-cd en el coche, contenta al fin por ser viernes por la tarde-noche, veo esa blanca circunferencia en el cielo "invernal" y le encuentro explicación a toda esa sobrecarga emocional (positiva o negativa, da igual). En serio, explicaría algo menos inconexo si no se me estuvieran cerrando los párpados, pero voy a echarle la culpa de todas las desgracias semanales a la enigmática Ithil. Cargaré las pilas en este fin de semana. Acabaré la ruta de las sobrinas (¡cómo se les echa de menos!). Con suerte veré a los amigos. Limpiaré mi piso a conciencia, que ya toca (al menos un cachitoooo). Dormiré. Leeré algo más de la media. Intentaré cultivar La Alegría, que la tenemos abandonada, la pobre. Y me olvidaré de cierta "compañera" de despacho que dejó ir a mi jefe que "la maltrato". No, si al final tendré que darle las gracias por enseñarme cómo de manipuladora, maquiavélica y celosa puede llegar a ser la gente. Ains, lo peor es que tendré que comerme un poco el coco para ser constructiva, no demostrarle a cada momento lo que me ha llegado a decepcionar y lo que la desprecio, y no convertir la oficina en un campo de minas... Eso es importante.
Ahora, ¡a dormir!