31.12.06

Comienza el 2007... ¡y yo con estos pelos!

Hoy es 31 de diciembre. Se acaba el 2006 y empieza un nuevo año. Ahí está el ciclo, que se repite una y otra vez, una y otra vez...
En los años anteriores encontraba siempre un momento después de comer para salir a la calle y dar un corto paseo por el paisaje invernal. El piso de mis padres, como el mío, está al pie del campo, y me apetece salir al aire libre en el último día del año. Bueno, en esta ocasión dejaré el paseo para el primer día del 2007, en todo caso. Mi pie izquierdo se ha vuelto un rebelde en este último trimestre, y el este jueves me volvió a jugar una mala pasada. Iba yo caminando hacia mi piso cuando bajé de la acera para no chocar contra una pareja que se habia detenido a admirar una fachada. Cual es mi (mala) suerte cuando al volver a subir a la acera puse mal el pie y ¡zas! Ostión en el suelo. Volví a notar un latigazo en el tobillo y para no forzarlo caí a plomo: ya ves, como una viejecita. Solté un juramento y me levanté al vuelo, roja como un tomate. Un coche que circulaba por ahí se detuvo al instante para preguntarme uno de sus ocupantes cómo estaba, y respondí agradecida que estaba bien. Luego miré a la parejita, que sólo se dignó a observarme un momento, sin decir nada ni moverse y me alejé de ellos unos pasos, hasta acercarme a un poyo de una fachada para sentarme un momento y dejar reposar el pie. ¡Vaya inocentada! Como pille al que me hizo la bromita...
Ahí estaba yo, notando cómo la temperatura me subía por momentos (supongo que por la adrenalina, el susto o la mala leche, no sé), rogando no sé a quién que mi torcedura no tuviera la típica consecuencia, y reflexionando cómo en un instante me había encontrado ante una situación que había puesto en evidencia el altruismo de unos (o la sencilla buena educación) y la pasividad de otros. Ahí estaba yo, divagando mientras volvía a casa coja perdía. Y mira tú por dónde, que le pillé la moraleja al asunto cuando al fin llegué a mi piso y me tumbé en la cama con una bolsa de arroz tres delicias congelado en mi dolorido tobillo. Hacía tan sólo unas horas que había aleccionado a mi tía por caerse en la peluquería por la mañana, al no haber mirado dónde ponía los pies. Que si no se puede ser tan despistada. que no puede ser que te caigas tantas veces, que si tal, que si pascual... Bueno, estos pequeños accidentes te ponen en tu lugar y te recuerdan que todos visitamos a un tal Sr.Roca con más o menos frecuencia para dejarle un apestoso recuerdo. Aparte, también le he hecho una visita al sabio refranero popular: "a la tercera va la vencida" (¡espero!) o "no hay dos sin tres".
Total, que me pasé tooooda una tarde en mi acogedor pisito (¡por primera vez en mi vida, ya era hora!); vagueando, escuchando la radio y luego haciéndome un par de bikinis en la "sandwichera" de segundo uso que me trajo el "caga tió" en Nochebuena. Y ahora que viene al caso: ¡vaya Nochebuena! Cantamos pocos villancicos pero amenizamos la noche con unas narices de payaso que tuvimos todos los adultos, excepto los abueletes. Fue divertido ver la ilusión de Nara y Lida ante el caga tió, cómo le golpeaban con el bastón y cantaban para que el "mágico ser" les obsequiara con regalos. Y regalos tuvieron, montones de regalos. Un cuarto de la paga extra se fue a mi pequeña contribución para las cinco sobrinas y para los papis, pero bueno, todo sea por hacer honor al consumismo de estas épocas, ¿verdad?
Para repetir la experiencia de estar todos juntos invité a la family a comer ayer en casa. Hice galets con mejillones de primero, y la ensalada que acompañaría las gambas que cocinó mi madre. A pesar de lo estrecho que pueda ser mi comedor para dar cabida a diez adultos, tres niñas y dos bebés, estuvo bastante bien. Me pasé toda la mañana enredada, abusando de mi dolorido pie, pero los galets quedaron buenos y Nara y Lida se comportaron bastante bien, peleándose en una sola ocasión, ya al final de la velada. Volví a hacer la gansa por la tarde antes de fregar veintipico platos, una docenas de vaso, varias ollas, sartenes y tazas de café. El suelo de la casa está hecho un asco, pero ya lo fregaré en el 2.007.
Sí, señoras y señores, esta noche me he permitido el gustazo de dormir casi doce horas seguidas (y qué bien me han sentado...). Y aquí estoy ahora, haciendo algo de tiempo antes de adecentarme y ponerme un poco mona para la cena-celebración que tendremos esta noche en casa de Sandra (y eso, haciendo honor a cierto libro, ya es otra historia...). Repasando los asuntillos de este año que se acaba y, evidentemente, reflexionando un poco sobre lo que vendrá a partir de mañana. Atrás queda la mereth de Valdepeñas, la primera sin la mayoría de merethianos barceloneses (snif, snif), el nacimiento de Maribel y Alba, la Boda del mago y la hobbit (una minimereth, pero ¡vaya minimereth!), el Festival de Cine de Sitges y la acreditación... una de las mejores experiencias que he tenido, a pesar de las cosas que se podrían haber mejorado (a ver el año que viene, si la ocasión se vuelve a repetir). En realidad no han habido demasiados acontecimientos, pero eso no ha supuesto un gran problema, al menos por ahora. El año que viene tendré que intentar ahorrar en serio (difícil si me quiero comprar un ordenador) y viajaré más, con Arosilla, en tren o vía Vueling, Easyjet, Ryanair o lo que se precie. Sí, parece que aquí hay incompatibilidades, pero ya reflexionaré sobre ello a partir de mañana... En definitiva: ¡FELIZ AÑO 2.007!

10.12.06

El fin del puente y casualidades varias

Ya es domingo 10 de diciembre. Queda nada y menos para que llegue el día 23 y con él una semana y pico de vacaciones para descansar (o no), reunirse con la familia y amigos, celebrar la Navidad y el Fin de Año y engordar unos quilillos más... Habrá que alegrarse, ¿verdad?

Las expectativas de estos días eran una cosa y la realidad ha sido otra: hubo una intentona de viaje relámpago a Madrid para ver a los amigotes y a la familia, pero se quedó finalmente en el tintero, sobretodo porque el avión era unavailable (usease, inalcanzable) y porque la menda no debía conducir ni caminar tanto. Lástima; echo de menos a los amigos de las españas. Nos vemos un par o tres de veces al año, y seguro que parte de la magia es que nos vemos muy poco, pero acabamos pasándolo tan bien cuando nos juntamos... todo parece indicar que la mereth de Semana Santa será por la sierra madrileña, así que habrá que esperar hasta entonces para charlar, bromear y reir un poco más de lo normal.

Tal vez lo que haya ocupado gran parte de estos días es Alba (por activa y por pasiva), mi sobrina más pequeña. Está enferma, la pobre, y es muy pequeñita. Mi hermana y el cuñado están agotados, y espero que pronto se recupere y estén juntos en casa con Lida. Estos dos días pasados he estado con ella muchos ratos, mientras sus papis están en el hospital con la princesita, y la verdad es que la princesita mayor es un tesoro. Tozuda como la que más, y muy rebelde, pero cuando le coges el truco te sorprende con delicias... ¡qué gozada son los niños, y cuántas cosas aprendes con ellos! No he hecho cosas que tenía programadas, pero esos ratos han servido para redescubrir a esas pequeñas locas que tengo de sobrinas.

He de decir también que mis inquietudes narrativas se están perpetuando y llevo ya unas dieciocho páginas escritas (bueno, una gran parte reaprovechada, pero estoy contenta con el resultado). Espero poder disfrutar con la escritura aunque no llegue a ningún sitio (a ver, soy pseudo-escritora, pseudo-redactora, pseudo-planificadora... ¡pero me gusta!) y volver a engancharme a la lectura a pesar de la falta de tiempo. Memorias de Idhún avanza con más lentitud de lo que desearía, pero soy de las personas que intenta no renunciar a algo para conseguir otra cosa (así me va, dirán algunos), y acabaré por leer el tercer libro algún día de este mes y hacer la crítica para Fantasymundo. ¡No desfalleceré!

Finalmente, debo añadir a esta crónica mi retorno a las pistas de baile... jejeje... ¡cómo echaba de menos eso de pegarme un bailoteo en mi sala de baile favorita! Quedamos Inma, Yolanda, Sandra y yo en Vic, y allí fuimos a pasear a casi bajo cero por la Fira Medieval y a cenar. Luego dejamos los bártulos en mi piso, nos adecentamos y fuimos a Manresa, directamente al único lugar donde ponen música decente de la capital del Bages. Hacía mucho que no iba y encontré cambios en la mismísima puerta: han cambiado el acceso (más modernillo y pijo, pero bueno, se lo perdono) y el asunto sube a 12 € con una consumición. ¡Vaya burrada! A mí no me importó, pues volvía a un lugar especial (aunque echara de menos a Martulain y a Cece, ¿eh?). Nos pusimos en la esquina de siempre, y pronto empezó a sonar el mismo tipo de música que echaba de menos... una joya, vamos. Más tarde cambiamos de ambiente y nos fuimos a la sala principal y más comercial, la cual me carga y aburre a partes iguales, la verdad. Llegó un punto en que me acerqué a Yolanda y, en broma, le dije: ¿sabes que en la otra sala estará sonando "Vértigo" de U2? La curiosidad pudo con nosotras, y llegamos justo cuando los primeros compases anunciaban... ¡UNO, DOS, TRES... CATORCE! Caras de incredulidad (juro que no me creo que fuera una coincidencia, alucinante...), risas, carcajadas, saltos y bailes hasta que Bono dejó de cantar...

Luego llegó la hora de ponernos los abrigos y volver a casa. Por el camino ilustré a las "invitadas" y les indiqué donde se ubica Pineda de Bages, urbanización pija donde las haya, así como quién no quiere la cosa. ¿Y que veo hoy por las noticias? Pues veo al ricachón Mr. Tous en el jardincito de su choza diciendo que aquella noche les habían intentado robar y que el agente de seguridad tuvo un tiroteo con los ladrones... ¡manda huevos! Me ha parecido ver hasta la casa de mi jefe por ahí. Si eso no son casualidades muy CASUALIDADES yo soy una escritora de renombre y famosona...

Aquí dejo la crónica: voy a adecentarme un poquillo a mi piso, voy a ver a hermana, cuñado y sobrina al hospital y si todo va bien acabaré en el cine viendo Déjà vu, The Holiday, o Casino Royale. Esta última ya la he visto, pero no voy a llorar por tener a Daniel Craig (con traje y corbata -o sin traje ni corbata, oye-)frente a mí otra vez... hasta tengo la pequeña esperanza que acabemos viendo esta última... ¡Ains, la carne es débil!