26.4.09

¡Ay, mis pies!

Caminada Popular de Sallent 2009. Una excursión largo tiempo postergada.

Realmente es así; cada año la agrupación excursionista de Sallent organiza una excursión por el término municipal, como es común en varias poblaciones de Catalunya central. Hace años había hecho varias pero por diversos motivos acabé renunciando a ellas: falta de acompañantes, pereza (los domingos por la mañana suelen ser para dormir), coincidencia con la donación de sangre (ha pasado un par de años, y este también) y, varias veces, previsión de lluvias.

Esta ocasión no iba a ser menos y el tiempo prometía un domingo lluvioso, pero desde febrero había atado y requeteatado la posibilidad de apuntarme junto a un par de amigas y unas cuantas gotas no me iban a amilanar... Así llegué a esta mañana, encontrándome justo en el portal de mi bloque a las dos excursionistas junto a Nit, su atemorizante husky negra con su ojos marrón y azul y con el rabo entre las piernas, para variar. Las condiciones climatológicas eran perfectas: día encapotado, sin frío excesivo. Las condiciones anímicas inmejorables: aparte del miedo de la perra, las tres nos sentíamos con ganas de comernos los 18 quilómetros que nos iban a llevar campo a través hacia el norte, y con ese ánimo enfilamos las calles asfaltadas hasta llegar a la primera pista sobre tierra cuando llegaron las dos últimas integrantes del grupo. ¡Por fin!

Es inevitable comenzar las excursiones con subidas: Sallent reposa junto al río Llobregat, y todo alrededor son montañas y colinas surcadas por serpenteantes caminos que suben, suben y suben... Ahí fuimos, con un ritmo nada despreciable para poder atrapar al gran pelotón y así no quedarnos sin el chocolate caliente del primer refrigerio programado. Cuando llegamos al fin a la altiplanicie de Serrasanç y vemos la ermita las piernas ya han empezado a hormiguear, pero el paisaje es de lujo.

En ese punto empezó a chispear; una lluvia tímida que no nos intimidó en absoluto, por lo que enfilamos un estrecho sendero en el lateral de un campo de trigo situándonos en fila de a uno, nos pusimos el gorro del chubasquero y postergamos las conversaciones para un camino más holgado. En ese silencioso tramo llegó una de las delicias esperadas: la vivificante mezcla de olores (pino, hierba, tierra mojada, tomillo, romero, aulaga...) hizo que nos olvidáramos de las piedras de la torrentera por la que acabamos bajando. No exagero si digo que uno de los atractivos de la excursión era ese: disfrutar del aroma de la primavera.

Por suerte pronto llegó el segundo atractivo: el chocolate. ¡Qué deliciosa idea! Las fuerzas volvieron tras esa pequeña parada a unos 5 km. del inicio, y bastó para llegar con ciertas energías a la segunda parada técnica resguardada entre árboles. Allí había un grupo muy numeroso disfrutando de un riquísimo bocadillo de pan con tomate y botifarra, y allí nos quedamos, sentándonos por primera vez después de 12 km. de marcha. He de reconocer que en ese punto la planta de mis pies me dio el primer aviso, aunque todas mis penas se esfumaron al coger al vuelo mi vasito con café humeante unos minutos más tarde, con el estómago lleno.

Justo entonces la mañana empezó a oscurecerse en serio. Las nubes se amontonaron en el cielo y se levantó un aire nada agradable. Hubo algún trueno amenazador y... et voilà! Las insistentes y enormes gotas de lluvia hicieron acto de presencia para fastidio de todo caminante.

En cinco miserables minutos la fría lluvia me empapó la cara y me nubló la vista. A medida que las manos se iban helando los pantalones cambiaban a una tonalidad más oscura hasta que quedaron pegados a las pantorrillas, totalmente empapados. En ese punto debo reconocer que la excursión perdió parte de su encanto. Tiene su gracia caminar por el bosque con una ligera lluvia, pero no en medio de una tormenta, lo aseguro. A medida que el barro se fue apropiando de las botas, los 6 km. finales se duplicaron en esfuerzo, y ninguna de nosotras tuvo ganas de pararse a comer la pieza de fruta en la última parada, para qué nos vamos a engañar.

Es curioso como la mente juega con nosotros, pobres mortales. Cuando ya enfilamos el conocido camino de retorno junto a la carretera y supimos que el pueblo estaba a la vuelta de la esquina, todos los males se multiplicaron por diez. El cansancio, el frío, el dolor de piernas, la (terrible) irritación de la planta de los pies... todo por saber que estábamos a punto de llegar. Aún así nos desviaron del camino principal para seguir junto al río, y poder admirar como la alegre corriente era salpicada por las gotas de lluvia. Pues no; la única admiración posible era el no resbalarse en el lecho de piedras, limo y hierba machacada. Tenía algo de encanto, pero yo ya estaba en fase de negación. Mi mente sólo pensaba en una cosa: quiero llegar ya, quiero llegar ya!!!

Y sí, volvimos a enfilar el camino, pero a la tormenta le dio por arreciar y levantar un terrible viento racheado que nos caló hasta los huesos a modo de despedida. Porque cosa curiosa, fue llegar de nuevo al asfalto y la tormenta amainó hasta el punto de dejarnos recojer el obsequio (una práctica linterna) y comer cuatro patatas sin caer ni una gota. Qué delicadeza por su parte...



Ahora, claro está, sufro las consecuencias. Todo mi cuerpo está dolorido como si hubiera corrido una maratón, pero eso es aceptable (llevaba demasiado tiempo sin caminar más de media hora seguida). Lo que realmente me asusta son las ampollas de la planta de los pies y las abrasiones por caminar tantos km. con los calcetines empapados. Aparte del dolor de cuello y picor de oídos que me ha atacado sin piedad después de la siesta de dos horas y pico. Eso sí, mañana no sé cómo lograré levantarme de la cama e ir pasito a pasito hasta el trabajo.

24.4.09

La reafirmación del retorno

¿Cómo será eso que escribo dos días seguidos? Misterios de la humanidad...
Aquí estamos, noche de viernes típicamente tranquila, pero ante el teclado una vez más dispuesta a "divagar" un poco. Estoy cansada. Físicamente tal vez sea exagerado, aunque llevo dos días seguidos llegando a las 7,30 h. de la tarde y yendo a caminar lo que se dice vulgarmente "a saco". Luego me encuentro mejor (es una gozada, a decir verdad), pero llegados al viernes esto es casi mortal. Además, arrastro sueño vengativo. Esta semana he acortado demasiado las horas de sueño reparador y hoy lo sufro a tenor de lo que me pesan los párpados. Además, desde el miércoles he tenido los días más estresantes y negativos que recuerdo en muuuucho tiempo, por lo que hoy me he levantado (tarde) con dolor de cabeza y la espalda cargada. El dolor parece que se ha escondido, pero las cervicales empiezan a pasar factura... bufff... qué aburrimiento de mujer, paro ya.
A decir verdad tengo una novedad de la que hablar (novedad relativa, es de hace un par de meses). Y es que ya no estoy sola en mi pisito. No es que el hecho de estar sola me inquietara más de lo normal, pero vino una época mala de fatalismo, soledad y apatía y parece que la única manera que he tenido de que esas tres arpías vuelvan sobre sus pasos ha sido el adoptar a dos fieras. Audrey y Barry, dos rubiales que me llenan de pelos el piso y me rascan la puerta de la habitación a las 6,30 h. de la mañana (en serio, cada mañana, algún día le tiro la almohada a Audrey). Ya son adultos, pero se han acostumbrado "demasiado" bien a su nueva situación. Por desgracia no están al 100%, pero ya se han ganado su parcelita en mi corazón, y la ardilla junto al castrati me han hechizado. Aquí los tengo, a Audrey encima del escritorio observando cómo escribo y Barry en la cama, en reposo. Son geniales.



Ya tengo entradas para LoL. Algo bueno debía pasar hoy... soy feliz.

Voy a romper las ventanas
para que lluevan cristales,
ven a romper las ventanas,
ven a gritar como antes,
ven a romper las ventanas
y hacer del caos un arte,
voy a romper tus ventanas
y voy a entrar como el aire...

22.4.09

Ainssss...

Esto empieza a superarme. Debo hacer un cursillo acelerado de cómo superar el mal fario del 2009; porque lo de esta mañana ya ha sido el colmo. Mira, que este año no vea a U2 en concierto tiene un pase (a decir verdad, mi interés en encontrar entradas es puramente fraternal), pues me he descolgado bastante del "clan de los irlandeses". No lo niego, sentiré cierto resquemor y envidia (in)sana cuando los medios nos empiecen a comer el tarro con la llegada de BonoVox y Cía, pero las penas serán menos penas teniendo en mis manos las entradas de Coldplay para septiembre. ¿Mi hermana? Qué le vamos a hacer; si está dispuesta a gastarse esos 100 eurillos de nada (o más) por verlos en plan hormiga y escucharlos distorsionados... yo no, por mucho "asiento reservado" que tengas.
Lo que me está carcomiendo de mala leche es la expresión: "no quedan entradas disponibles" que he leído esta mañana en la web de telentrada. Y sé que voy a estar dando la murga a cualquier víctima en potencia hasta que llegue la fecha y consiga el milagro o me hunda en la miseria. Me explico: esos locos llamados Love of Lesbian en un arranque de extravagante rebeldía (de ahora en adelante LoL) acaban de sacar nuevo disco y claro, empiezan la gira de conciertos. Anoche me vinieron las prisas y barrí la red en busca de información. Tras escuchar con calma las nuevas canciones de pe a pa relajadita en la cama llegué a la conclusión de que debía comprar 2 entradas y ya convencería a alguien más tarde, ni que sea a base de amenazas. Acabé de escuchar el nuevo álbum sobre las dos de la madrugada con una sonrisa en los labios (qué última canción, les ha quedado redondo) y perdonando el exceso de verborrea en alguna de ellas. Cuando finalmente le coja el punto, las letras de Santi Balmes llegarán a esa magnífica mezcla de genialidad y poesía que tanto me hechizan. Resumiendo, que esta mañana me dispongo a comprar las entradas y menuda cara de besugo estreñido se me ha quedado cuando he visto que ya no quedan... ¡Terrible! No puedo quedarme sin verlos en directo, quiero más conciertos por aquí, y los quiero ya!!!

Ains... es que este 2009 no está teniendo piedad, y este es el menor de los dramas. Si finalmente las consigo me voy a reír un rato largo, que ya toca...
Pd.: Sí, lo sé, demasiado tiempo sin escribir para ahora salir con estas trivialidades. Por ahora es lo que hay, como suelo decir :)