29.4.10

Disculpe, Sr.Lobo, ¿puedo hacerle una foto?

Título curioso después de tanto tiempo sin escribir aquí. Deben ser las horas. O el cansancio, más mental que físico... No sé el motivo, pero aquí dejo la anécdota del día, uno de tantos demasiado submergido en los dramas laborales, que acaban engullendo el resto del día. Menos esta extraña situación que procedo a explicar a continuación...

Llegué a casa esta tarde con la intención de aprovechar este mini-verano adelantado y quemar mi histerismo laboral caminando por el monte. Sí, como el verano y otoño pasado, enfilé la vieja ruta de siempre: el Serrat del Xipell hacia arriba y en la bifurcación girar a la izquierda, y luego izquierda de nuevo, de regreso a la civilización. El campo tantas veces fotografiado tenía la cebada ya altísima, y he decidido que tengo que volver a hacerle una foto desde el mismo punto de siempre, y con esas fotos campestres acabaré por hacer algo, seguro... Bueno, ese no es el tema importante, vayamos al grano.

Después de la segunda bifurcación a la izquierda viene una bajada muy larga y pronunciada, donde el margen derecho del camino va quedando cada vez más alto mientras a la izquierda se vuelve a ver el pueblo precedido por el cementerio. Iba yo absorta en el maldito móvil, que no quería funcionar, intentando hacer una llamada cuando algo me ha hecho girarme hacia el margen derecho para fijar la mirada, directamente, en un lobo que me estaba observando, sentado entre la alta yerba. Sí, un lobo. Un lobo en pleno Bages, a 1 km. escaso de las casas bajas que delimitan la civilización y los altos cipreses de la última morada. Sin poder reaccionar apenas, sólo atiné a reducir la marcha sin dejar de mirarlo, y sonreírle. Estoy loca, lo sé, pero esa situación era tan improbable y extraña que no lo he podido evitar. Estaba maravillada viendo la faz, la cruz y las patas delanteras de ese ejemplar gris y escuálido, que de repente se quedó serio y me devolvió la mirada. Entonces fui consciente de que si mi impresión era cierta y no se trataba de un perro cruzado sino de un lobo de verdad estaba caminando sola bajo la atenta mirada de un animal salvaje. Dejé de mirarlo. Aceleré la marcha, pero sin correr. El corazón acelerado. Volví a girarme y ahí estaba, en el mismo sitio, más pequeño pero igual de impresionante, hasta que desapareció de mi vista por la orografía del camino.

Y aquí viene la segunda impresión. Tuve una sensación muy rara, como si "algo" pasara detrás mío provocando una reverberación en el ambiente que me rodeaba. Se me pusieron los pelos de punta y me giré, pero, evidentemente, ahí no había nada. Sólo se escuchaban los pájaros y un cortacésped que estaban utilizando muy cerca. Me tranquilicé, seguí caminando, dejé atrás el cortacésped, la tapia del cementerio y un perro con su amo, y todo volvió a la normalidad.

¿No me lo he imaginado, verdad? Lo curioso es que en ese encuentro, sospecho, irrepetible, tenía el móvil en la mano, y no se me ocurrió hacerle una foto a mi compañero eventual de excursión para asegurarme a mí misma que no me lo he imaginado. Y hasta puede que no sea un lobo (aunque tenga muy presente las imágenes de Felix Rodriguez de la Fuente y sus amigos del alma). Y seguro que mi extraño pálpito se debió al miedo y punto, ¿qué va a ser, sinó? Quién sabe; el colofón extraordinario a un día totalmente olvidable hasta ese momento.


Si me lo vuelvo a encontrar le hago la foto, aunque no me de permiso.


Pd.: Detalle añadido el día siguiente, con algo más de calma y la cabeza centrada: im-po-si-ble que fuera un lobo; sería un perro lobo de alguna granja cercana. Los lobos presentes en Catalunya están totalmente controlados en el Parque del Cadí-Moixeró. Sí, lo sé, ahora mi texto queda totalmente fantasioso y exagerado... pero bueno, es la impresión que tuve, y ahí queda la constancia. Sólo puedo decir: chavalote, si no eras un lobo me has engañado de todas todas, ¡applause!