Vaya octubre

No puede ser... ya es 29 de octubre... no lo entiendo...

Como suele pasar, el tiempo nos pisa los talones. Hace nada fue mi cumpleaños (¡ya entré en los 28!) y dentro de nada se celebrará la Castanyada. Luego vendrá la compra de un ansiado libro (A Feast for Crows de Canción de Hielo y Fuego), el estreno de una esperada película (Harry Potter y el Cáliz de Fuego) y demás... Esto es lo menos importante, lo material, pero es que el maldito libro en inglés implica un gasto doble, pues luego caerá en castellano. Las películas no hacen tanto daño, aunque el cine está por las nubes (a 5,80 €, como diría Fezzini: ¡inconcebible! ). Aunque si tenemos que hablar de prioridades en gastos, lo primero y perentorio es encontrar un sillón bueno, bonito y barato. La butaca del camping es bastante cómoda, pero queda muy fuera de lugar en el comedor y es poco práctica para las visitas.

Los primeros días fueron bastante tranquilos, pero empezó a haber novedades el domingo 9. Y es que justo cuando me enteré que ese día empezaba el Festival de Cinema Fantàstic de Sitges me propuse que este año no se me iba a escapar. Ayudó bastante el saber que iría Viggo Mortensen, y desde que lo supe tuve una sonrisa en la cara clavadita a la de Jocker... Lo cierto es que Drixita y yo fuimos a la inauguración, y allí nos juntamos con Mithrand. Juntos fuimos a ver Serenity y mira por dónde, vimos en vivo al director y a los 2 actores principales. La gala fue sencillita pero la película fue una gratísima sorpresa... disfruté, disfruté y disfruté... Una mezcla de ciencia-ficción futurista, western y cine de aventuras, con personajes bien construidos y diálogos ágiles; hace demasiado que no veo todo eso junto en una película. Con eso teníamos suficiente, pero a la salida nos encontramos a Alex de la Iglesia y le hicimos una foto con Mithrand. Drixita hizo la foto y no le salió el flash, por lo que fue divertido discutir con Alex si la foto saldría al final o no (y salió, pero un poco movidita...).

Pasó la semana sin pena ni gloria (con un miércoles festivo y desaprovechado, pero festivo...) y el domingo 16 por la mañana volvía a estar allí con Sasskya para ver The Dark, con el peacho Sean Bean (o sea, Juan Judía, pobrecillo) haciendo de papi en una de miedo. La historia estaba entretenida, la ambientación perfecta (¡quiero ir a Gales si aquello era Gales1) y Sean nos alegró la vista durante 2 horas (babitasss), pero abusaron demasiado del "efecto susto" y al final cansó. Comimos con Sorsha y Mithrand, hubo un maldito robo de cámara digital (aún no me lo creo) y luego estuvimos vagabundeando por allí, con la esperanza de que Viggo y Cronenberg llegaran un día antes.

No hubo ni rastro de ellos. Eso sí, vimos a los hermanos Quay (ahora sé que eran los hnos.Quay, directores de cine), Assumpta Serna, un pseudo-escocés-rubio-majete con falda negra, Jaume Figueras remoloneando por allí y... ¡Quentin Tarantino! Sí, sí, el mismo, con las piernas rojo-gamba y una botella de vino, haciendo honor a su fama.

Tuvimos que esperar hasta el lunes para ver a Cronenberg primero y a Viggo después. Fue enmedio de multitudes que se colaban vilmente, pero lo tuve delante, vi que realmente es muy atractivo (pero mucho, mucho... buffff.... mucho...) y muy amable (con un sosiego digno de admirar; todos los fans allí medio histéricos y él imperturbable, haciéndonos ver que es una persona como cualquiera de nosotros...). La grata sorpresa fue cruzarnos con Agustín Díaz Yanes y poder hablar con él. Es el director de Capitán Alatriste, que se acabó de rodar hace poco, y su actor principal es... ¡Viggo Mortensen! Nos dio 2 besos a las nenas y un apretón de manos al nene, respondió nuestras preguntas, firmó el autógrafo de rigor en el libro de Arturo Perez Reverte y nos hicimos una foto. Una gozada.

Luego vino la clausura (si digo un adjetivo bestia, fue patética, si soy políticamente correcta diré que fue bastante pobre) y finalmente vimos A History of Violence. Definitivamente me gustó, y no sólo por ver en la mayoría de planos al idolatrado Viggo, sinó porque la película tuvo en general muy buenos actores, la historia es realmente interesante y, según a mi parecer, demuestra que tendemos a ser muy hipócritas con la idea de la Violencia. Diferente a Serenity, pero también imprescindible. Al salir del Auditori Sasskya y yo nos autoconvencimos de que era necesario hacer un café en el bar del Melià, y allá fuimos, a rodearnos de críticos, periodistas, personajes de la farándula desconocidos y... ¡David Slade, el agradecido ganador de la gala de clausura! Me firmó un autógrafo y se hizo una foto con nosotras 2. Chachi.

Ahí se acabó el "efecto Festival de Sitges", a lunes 17 de octubre. Podría decir que el resto de días pasó demasiado rápido, pero justo el martes 18 me ocurrió algo más. Volvía de inglés en mi arosilla, de noche, lloviendo ese chim-chim molesto y sucio, cuando en la variante de Sallent me crucé con un accidente que acababa de pasar. Un 4x4 se había chocado contra la mediana y habían 2 coches más parados en el arcén derecho. Todavía no sé porqué me detuve después de esquivar los coches y me puse a llamar al 112. Mientras hablaba con la telefonista (que, por cierto, me preguntó por el maldito punto quilométrico... la cosa más absurda que se puede preguntar) otro coche se chocó contra el 4x4, y ahí me puse realmente nerviosa. Colgué al final, me puse el chaleco reflectante (los otros 3 habían salido y no lo llevaban, de noche y lloviendo). Ninguno nos atrevíamos a cruzar la carretera para ver cómo estaban los ocupantes del coche accidentado, pues la autovía hace curva allí y los coches van como mínimo a 110 km/hora. Al fin pusimos los triángulos, se chocó otro coche, la conductora salió (estaba bien, por suerte, temblando pero bien) y llegó la caballería para alivio de los que no conseguíamos que el resto de coches aminoraran la marcha. Me fui de allí un rato después, tras los agradecimientos de la accidentada y los bomberos, pero con un triángulo menos (vete tu a saber quién se lo llevó al final...). Puedo asegurar que la impotencia de ver que los coches no te hacían ni caso y que luego tenían que esquivar a duras penas el 4x4, y la preocupación por pensar que la conductora tal vez necesitaba ayuda pero que no iba a cruzar la carretera para que otro coche se chocara y me pillara a mi por medio es algo que no quiero volver a repetir. Creo que reaccioné bastante bien -reconociendo que al final no ocurrió nada grave-, pero no quiero estar en ninguna situación parecida jamás.

Y bueno, esto se ha extendido más de lo que debería, pero llevo mucho sin escribir, y realmente este mes ha sido muy movidito. Ahora es sábado por la noche, estoy malita con gastroenteritis y dolor de huesos, y me espera un mega-puente hasta el 2 de noviembre. ¡Ah! y mañana llegan mi hermana y mi cuñado de China con una nueva sobrina. Me gusta dejar lo importante para el final, pero eso es otra historia que ya contaré otro día. La llegada de Nara a nuestras vidas se merece un mensaje completo.