9.6.05

La mini-excursión espontánea y ¡la Gran Sorpresa!

Antesdeayer empezó una corriente de situaciones inesperadas que me han mantenido de buen humor hasta la fecha (y con expectativas de continuidad). No sé si habrá alguna conjunción astral favorable (que la Luna esté bajo el influjo de Venus, o al revés...), o si habré hecho algo que le haya gustado Al de Ahí Arriba, o qué se yo, pero tengo esperanzas de que las buenas vibraciones duren mucho tiempo, y que se le contagien a toda la gente de alrededor (porque todos sabemos que por muy buen humor que tengamos, si los que nos rodean están de mala luna el asunto acaba torciéndose tarde o temprano).
Todo empezó con U2, con Marta diciéndome que volvían a vender entradas para el concierto del 7 de agosto en Barcelona. La veda se abría el lunes a las 17h., y sólo se podían comprar por teléfono. Era una misión imposible pero la esperanza es lo último que se pierde, por lo que nos sincronizamos Sasskya y yo y nos pasamos tres cuartos de hora llamando ininterrumpidamente para poder conseguir 2 entradas de las 4.400 que ponían a la venta. Hubo saturación de la línea telefónica, y nos fue imposible conseguir por adelantado el sueño del 7 de agosto.
Tantos esfuerzos para no conseguir nada me dejaron un tanto frustrada, por lo que tuve que organizar algo alternativo a la rutina para olvidarme de U2, de sus canciones, y de todas las cosas que tengo pendientes de hacer y que nunca acometo. Necesitaba urgentemente un plan B, acometer algo inesperado, y de repente se encendió la bombilla. Al salir del trabajo cogí el coche y enfilé la carretera de El Pont de Vilomara dispuesta a hacer turismo paisajístico sobre ruedas por mi comarca hasta llegar a Talamanca. No, la idea no es tan extraña como parece: minutos antes había quedado con Sasskya para que el sábado por la tarde vinieran ella y el resto de la trouppe para ver las casas de colonias de la zona. El resultado puede ser una hipotética mereth en agosto (mereth: palabra sindarin que significa "fiesta", y que en la jerga tolkiendili viene a ser un encuentro de varios días entre amigos para compartir aficiones comunes). Una de las casas que entran en juego está en Talamanca, por lo que decidí explorar el terreno por adelantado. ¡Y tanto que lo exploré! 25 kilómetros de curvas por una carretera estrechísima y desolada, sin un mísero coche que me complicara la vida. La poca gente que me encontré miró al Arosilla como si fuera un extraterrestre, y no había apenas cobertura telefónica, pero yo estaba embobada admirando el paisaje, mientras la exótica música de Dead Can Dance completaba el conjunto.
Atravesé las cuatro casas de Rocafort y continué en dirección a Mura. Más curvas, subidas, bajadas, rieras secas y la sensación de haber entrado en una dimensión solitaria. Las repentinas vertientes pétreas del Montcau me dejaron con la boca abierta, y pude divisar por un instante El Pic dels Quatre i Picu, la hermana pequeña de esa montaña de forma tan peculiar, donde hace más de un año sufrí el peor ataque de histeria que recuerdo. Llegué a Mura y pasé de largo, rogando para que quedara poco para llegar a mi destino. Entendí al fin el dicho Talamanca, Mura i Rocafort, tres pobles de mala mort, porque en realidad es así. Están al fin del mundo, aislados de la civilización. Lo cierto es que al leer el ansiado letrero y ver las típicas casas de piedra ya ni sonreí. Tenía ganas de ver la casa y largarme para Sallent, donde me esperaba la ducha, ropa cómoda, mis zapatillas viejas y el entrañable sillón... Después de tres cuartos de hora recorriendo 24 km. mi desesperación comenzaba a hacerse patente.
Tras las indicaciones de una pareja que apareció milagrosamente por allí, enfilé las estrechas calles de piedra (¡aquello era Minas Tirith en pequeño! Solo que la piedra no era blanca, sino ocre...) y llegué a la plaza de la iglesia, donde está la casa de colonias. Justo al salir del coche tuvo una extraña sensación por la que valió la pena toda la odisea: cerré la puerta y me quedé clavada en el suelo. El cielo del norte estaba teñido de un ominoso azul oscuro, el viento soplaba llevándose los restos del sol y del calor y el silencio pesaba. No sé cómo explicarlo, pero tuve una sensación agridulce, como si un vacío silencioso llenara mis oídos y embotara los sentidos. Ni pájaros, ni animales, ni gente, ni nada de nada; sólo yo, las casas, el viento, el cielo y el paisaje amplio. Cuando me recuperé vi detrás un prometedor castillo (con las puertas cerradas), y la casa pareció muy pequeña desde fuera, pero la piscina estaba allí (vacía, pero estaba). El entorno es precioso, aunque tal vez demasiado solitario. Cogí el coche de nuevo y continué por la carretera, y en poco tiempo (en demasiado poco, ¡maldita sea!, que vuelta más tonta que acababa de dar...) llegué a Navarcles y a la civilización. Una muy buena experiencia en conjunto, como la mayoría de cosas espontáneas que hago (aquí hay una lección por aprender...).
El asunto pretendía acabar aquí, pero es que ayer lleguó el turno de la Gran Sorpresa. Ya dicen que cuando Dios cierra una puerta abre una ventana, y que nunca se tiene que dar nada por perdido. Por la tarde encontré una llamada perdida en mi móvil. Escuché el mensaje en el buzón de voz y tuve que reprimir un grito de alegría Miguel, un amigo (un Buen Amigo) me estaba diciendo que podría conseguirme entradas para el concierto a través de la tienda de música en la que trabaja. Llamé enseguida a Sasskya y le di la buena noticia (nos reímos un buen rato por teléfono), y más tarde también se nos apuntó Elf-moon, así que tendré que invitar a Miguel a muuuuchos cortados de domingo por la tarde para devolverle el favor.
En resumen, es miércoles, tengo muchas cosas que hacer, ganas de hacerlas, una cena con viejas amigas el viernes y ¡es primavera! Habrá que aprovechar el tirón y dar rienda suelta a las buenas vibraciones. Por otro lado mi economía está al borde de un ataque de ansiedad, tengo que cancelar el préstamo que pedí para la entrada del piso y pagar el seguro del coche, por lo que la economía entrará en barrena, tengo que hacer ejercicio urgentemente y comer sano, duermo demasiado poco y los días siguen siendo sólo de 24 horas... pero eso ya es otra historia.
Pd.: En referencia al golpe de suerte de U2, también hay otro dicho catalán que reza así: no diguis blat fins que sigui al sac i ben lligat. O sea, que no me lo creeré hasta que tenga las entradas en mi poder, pero la euforia (que aún dura) hay que disfrutarla al máximo...

1 Comments:

Blogger sasskya said...

solo quiero decir una cosa...
1
2
3....
¡¡14¡¡ xDDD
va a ser un momento memorable cuando todos digamos eso xDDDD
menos mal q no es...1 2 3 4 5.... xDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDDD

11:08 p. m.  

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