27.7.08

Un Lannister y un murciélago en Barcelona, y fuegos artificiales

Hace dos años que se veía venir. George R.R. Martin, el creador de la fantástica novela-río Canción de Hielo y Fuego, iba a visitar estas acaloradas tierras ibéricas en julio del 2.008... Imagínate, como si John R.R. Tolkien nos hubiera hecho una visita entre Las Dos Torres y el Retorno del Rey (salvando las distancias, pero quien haya leído a los dos entenderá la comparativa, creo). Y yo con estos pelos.

Todo empezó en una terraza detrás de la iglesia de Sabadell durante una reunión del smial de Delagua allá por el 2.003. Meri nos recomendó con mucha convicción su última lectura, Juego de Tronos, el primer volumen de esa magna obra, CdHyF. Caí irremisiblemente en la tentación y ella, muy amablemente, me dejó su ejemplar. ¡Qué delicia! Hacía años que una novela no me atrapaba en sus redes con tanta fuerza: era como la caída un abismo, esa caída en la que cada vez coges más aceleración y por suerte no ves el final. Me lo compré ipso facto. Debía poseer esas letras escritas sobre los épicos Stark de Invernalia, los pasionales y algo malvados Lannister y sobre Daenerys de la Tormenta. Sí, casi todos unos niños, pero eso no impide a la historia ser veraz, adulta, realista, apasionada y cruel como la vida misma. Vamos, una droga potente que te atrapa sin piedad.

A estas alturas del 2.008 en la estantería del mueble de mi comedor reposan las 3.680 páginas publicadas hasta ahora, y tengo tímidas esperanzas de que en Sant Jordi del 2.009 pueda comprar A Dance with Dragons y vuelva a saber de la ¿última? Targaryen, del Lord Comandante del Muro, de Bran y de Tyrion. ¿Tendré que iniciar una plegaria a R'hllor para que mis deseos se cumplan?

Pues bien, el hacedor de estos personajes y sus desventuras (que no aventuras, jeje) vino este mes a España para la Semana Negra de Gijón. No soy yo muy aficionada al cine o la novela "negra", pero hace un año hubiera dado mi dedo Meñique por estar allí con los locos de Asshai.com. No pudo ser y tuve que contentarme con ver al sujeto en cuestión en Barcelona. Porque vino a Barcelona, claro está. No por ser la sede de la editorial que le publica en esta tierra; parece que hubieron motivos más importantes: el concierto de Bruce Springsteen en la Ciutat Comtal fue lo que le convenció para alargar su estancia. Bendito Boss, porque, primero el jueves 17 en la biblioteca jaume fuster, y finalmente el viernes 18 en la firma de libros, pude tener ante mí a esa mole de humanidad mezcla de Lannister inmisericorde y amable Papá Noel. Barboteando palabras en mi anquilosado inglés pude cederle mi Juego de Tronos y darle las gracias por escribir esa maravilla. Dos veces le dí la mano, y no le pedí dos besos al hombre porque mi mente histérica no dio para más. Evidentemente, no respondió a los enigmas que rodean su historia, y parece que resistió los embates de los asshai'i más acérrimos, pero pocos escritores con tanto fan deben ser tan amables con sus víctimas como Martin...

Pero ahí no se acabaron mis aventurillas de "fan"... La semana pasada cumplí un deseo de hace bastantes años: ver a Christian Bale. Sí, sí, ya lo sé, es un deseo banal y hasta cutre para mucha gente, pero la carne es débil, ¿no? Vaya, que mi "curiosidad" no es de ahora, que no es un apretón de verlo en mallas en Batman Begins; noooo, la cosa viene de Los Rebeldes del Swing, más o menos. Luego lo reconocí como el niño de El Imperio del Sol (un poco cargante el papelón, pero él fue la columna vertebral de la película, y los recuerdos son buenos) y desde entonces he ido siguiendo su carrera. Hay muchas ganas de ver The Dark Knight, así que la prémiere europea (otra vez en Barcelona) era el aperitivo perfecto. El asunto es que me pilló otra vez entre semana yendo a la city desde el trabajo, y de nuevo me fié de mi arosilla y aparqué a un paso del Passeig de Gràcia... Mi idea era aprovechar el tiempo e ir de rebajas estresadas a mi tienda Desigual fetiche, pero Yolanda ya estaba esperando en el lado malo de la valla frente al cine Coliseum, y allí nos quedamos un par de horitas, de cháchara y evitando a las cámaras de Tv (no sé porqué, pero les tengo una fobia...). Hasta que empezaron a llegar los famosillos (Sergi López y el Bayona de El Orfanato, Jaume Balagueró, y creo que ya está) y unos Mercedes muy apañaditos dejaron a los protagonistas del evento entre el cine y los fieles que se iban a quedar a las puertas del preestreno.

Primero pasó ante nosotros el productor, que estampó algunas firmas casi de compromiso, sabiendo que a la gente le importaba un comino quién fuera él. Luego llegó Christopher Nolan y ahí se desató la vorágine. Un conocido del festival de Sitges que tenía justo al lado logró que le firmara el final del guión de Memento, y supongo que los ojos le siguen haciendo chiribitas. Luego pasó Maggie Gyllenhaal, que no es una belleza pero estaba deslumbrante. La sorpresa fue Aaron Eckhart; siempre me suena su cara, pero nunca me acuerdo de sus películas. El caso es que fue el más amable: se detuvo frente a la chica de delante mío, le dijo 'Hello!' mirándola a la cara (el único, creo), y un 'How are you?' muy convincente antes de preguntarle el nombre y firmarle el poster.

El postre tardó en llegar, pero ahí tuve a Mr. Bale, a dos palmos, firmándole a la suertuda de delante. Al fin y al cabo yo quería verlo, y lo ví, y de cerquita. Hay que decir que el hombre es atractivo, pero estaba más serio... Supongo que le tendría que afectar eso de no haber pasado ni 24 h. desde que le dieron la libertad bajo fianza en Londres y lo de la denuncia de su madre y hermana. Pero al menos tenía a su señora esposa al lado, siguiéndole los pasos... Es sospechoso lo de la denuncia, pero como no se sabe nada más no tomaré partido. Llegué casi a la una de la madrugada a casa, pero feliz.

El post se me ha hecho demasiado largo para extenderme con lo de los fuegos artificiales, pero como aún me dura el mosqueo, pues no me pienso explayar con detalles. Ayer (sábado) por la tarde fui a Blanes; en la estación de tren me encontré con Marta y Javier, y subimos al coche muy esperanzados en busca de un aparcamiento, un trocito de playa, agua del mar y el sol de la tarde. Lo que tuvimos fue una hora y media en el coche en las calles colapsadas de Blanes, sin saber ya que decir ni qué hacer, ni sin creernos que no hubiéramos visto NI UN SOLO POLICIA LOCAL ó mosso d'esquadra. Una vergüenza. Hora y media de reloj, señores. Al fin aparcamos y pudimos chapotear un poco (aunque las playas de la costa brava no estan hechas para mí, demasiado empinadas), cenar a la luz del atardecer en la arena (hubiera sido romántico si yo hubiera tenido un pimpollo a mi ladito, pero qué se le va hacer, fue bonito y punto) y luego disfrutar de los fuegos artificiales del concurso internacional de feugos artificiales. Muy bonitos y apoteósicos, y una noche guapa con buena compañía, pero el estar otra hora más casi parados sobre cuatro ruedas para luego enfilar el camino a casa le quitó todo el atractivo al evento. Suerte que al menos el café me hizo efecto y no me vino sueño en la carretera, pues entonces habría sido un martirio... Valió la pena ir, y me alegro de no haberme quedado en casa, pero es que fue una tortura.

Ahí están mis tres novedades; algunas más impresionantes que otras, pero en general valieron la pena.

Pd.: Voy mirando con cariño la firma de Martin en Juego de Tronos; Winter is coming, qué delicia...

Ppd: Acabo de ver a Mulder y Scully en la pantalla grande. Pelos de punta con la melodía, sonrisas de complicidad, sustos (metidos con calzador) y tensión entre los dos ex-agentes, pero no mucha sustancia. Qué desperdicio, qué penita...